ESPERANZA 

La esperanza es una cosa muy religiosa, aunque no únicamente. Según el Diccionario de la Lengua Española, de la Real Academia Española, esperanza es el “estado de ánimo que surge cuando se presenta como alcanzable lo que se desea”. En matemáticas, es también el “valor medio de una variable aleatoria o de una distribución de probabilidad” y en la doctrina cristiana, es una “virtud teologal por la que se espera que Dios dé los bienes que ha prometido”. Pero se agrega que, en el caso de México, Cuba y Venezuela, cuando se dice “qué esperanzas”, significa más bien “la improbabilidad de que se logre o suceda algo”.

En todo caso, tengo la impresión de que en este cambio de gobierno (porque sí lo fue, aunque se presente por los mismos actores como la continuidad del mismo), lo que prevalece es el sentimiento de esperanza. Los seguidores de la 4T y hoy presidenta, porque esperan que ella continúe por el mismo camino de su predecesor y también “esperan” todo de ella. Sus opositores, porque esperan que no repita los, desde su perspectiva, errores y perversidades políticas de su antecesor (a la que ella en su discurso seguía llamando “presidente” hasta que corrigió, dándose cuenta que ahora la presidente era ella) y modere sus posturas políticas.

Lo cierto es que el mensaje en su toma de posesión da para todo y para todos. Por un lado, reiteró algunas de sus posturas ideológicas, como decir que “el origen de la grandeza cultural de México reside en las grandes civilizaciones que vivían en esta tierra siglos antes que invadieran los españoles”, en su discurso, pronunciado en español. También su convicción de que la reforma judicial es una buena idea, a pesar de todos los indicios y señalamientos en contra de la misma. Y ni hablar de su defensa de la militarización, bajo el argumento de que no la hemos comprendido, sin dar mayores explicaciones. Entiendo aquí por ideología, una visión distorsionada de la realidad, basada en convicciones políticas más que en un examen exhaustivo y desapasionado de lo que está sucediendo. Ideología como engaño o autoengaño, a partir de la visión que nuestra trayectoria de clase y de vida nos ha generado. 

Pero hay que admitir que, además de sus posturas ideológicas, Claudia Sheinbaum propuso un programa de mayor convergencia para seguidores y opositores: el mayor cuidado del medio ambiente, las energías renovables, la educación ampliada, el mayor apoyo para la ciencia y la innovación y el respeto a la inversión privada. Por no hablar de lo que fue el centro de su mensaje, que es el creciente papel de la mujer en la vida pública. 

Ahora bien, como repartió para tirios y troyanos, incluyendo las loas al hoy ex presidente, para que ya se vaya en paz y tranquilo de que será siempre recordado y amado por sus seguidores (que son muchos), en realidad no queda muy claro dónde estará su énfasis; si en el pasado o en el futuro. Es evidente que el burro dándole vueltas al molino de piedra ya no es el ideal tecnológico del gobierno, pero lo es menos cuál será la estrategia de seguridad, la cual es hoy por hoy la principal preocupación y demanda de la población.

Nos queda entonces la esperanza, esa virtud teologal practicada durante siglos por los pobladores de nuestro territorio desde la época del Virreinato y quizás desde antes, por medio de la cual seguimos esperando que todo nos venga concedido por una divinidad, virgen o santo, o su sustituto o sustituta en el poder temporal. Así como los antiguos pobladores del Anáhuac depositaron sus esperanzas en la protección de la Virgen de Guadalupe, ahora muchos esperan de la presidenta que nos lleve finalmente al bienestar esperado. Y así como sucede con las divinidades benefactoras, si por algo ese bienestar no llega, la culpa no es de los entes sacralizados, sino de nosotros mismos, que algo hicimos mal para no merecernos esos bienes. Seguimos esperando y con la esperanza viva. Sabemos que somos minoría y que la razón es vencida por los sentimientos. Sólo a uno que otro agnóstico como yo, se le ocurrirá seguir reclamándole a los nuevos dioses, criticando sus faltas y evidenciando sus errores.



Roberto Blancarte - 03 de octubre 2024

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