SEÑALES

Me pregunto: ¿en qué momento ciertas señales son claros indicadores de lo que viene? Pienso en la Alemania de los años treinta del siglo pasado. ¿En qué momento las señales eran claras de que el antisemitismo rampante se convertiría en una inexorable política pública de acoso, hostigamiento y luego exterminio? ¿En qué momento era claro para judíos y opositores que había que salir del país? Algunos lo vieron inmediatamente, desde la llegada al poder de los nazis, en enero de 1933. Y se fueron en cuanto pudieron. El éxodo de intelectuales, opositores de diverso tipo, judíos y otros malqueridos por el régimen, comenzó inmediatamente. Pero muchos otros se quedaron, porque simple y sencillamente no tenían los recursos para huir o porque nunca imaginaron el tamaño del odio, de la persecución y del exterminio que sufrirían. Muchos se quedaron, porque no podían imaginar el tamaño del rencor, del odio y del mal.

En el caso de los judíos alemanes, las agresiones fueron incrementándose. Y ellos aguantaron, en espera de que las cosas cambiaran para bien. Pero las señales eran claras: la oposición no tenía espacio, los derechos humanos, todavía titubeantes, eran pisoteados cotidianamente. En los meses y años siguientes, los nazis, junto con estudiantes y profesores nacionalistas y antisemitas, prendieron fuego a los libros, rechazando así lo que ellos condenaban como “literatura decadente”, en una campaña denominada “acción contra el espíritu anti-alemán”. Los organizadores de tal campaña contra judíos, socialistas y liberales, la habían iniciado en abril de ese año con “12 tesis contra el espíritu anti-alemán” entre las cuales se afirmaba: “Nuestro adversario más peligroso es el judío y aquel que le escucha. El judío solo puede pensar en judío. Si escribe en alemán, miente. El alemán, que escribe alemán, pero piensa de forma no alemana, es un traidor. El estudiante que habla y escribe de forma no alemana, además, es un necio y es desleal a su deber.”


Las tesis se presentaban como intentos de purificación: “Queremos eliminar la mentira, queremos señalar la traición, no queremos para los estudiantes lugares de la irreflexión, sino de la disciplina y de la educación política.” Y se mostraba claramente lo que era correcto pensar: “Exigimos de los estudiantes alemanes la voluntad y la capacidad para superar el intelectualismo judío y las ideas decadentes liberales asociadas en la vida espiritual alemana. Exigimos la selección de estudiantes y profesores según la seguridad de su pensamiento en el espíritu alemán. Exigimos que la educación superior alemana sea un baluarte de las tradiciones y un campo de batalla para la fuerza del espíritu alemán.” La lista de autores prohibidos era larga, desde Marx hasta Erich Maria Remarque, pasando por Stefan Zweig, y muchos otros autores alemanes y no alemanes como D. H. Lawrence, H. G. Wells, Ernest Hemingway, Oscar Wilde o James Joyce. Lo más terrible del caso es que esta acción fue liderada por estudiantes universitarios y miembros del partido nazi, pero también participaron muchos profesores e incluso connotados intelectuales, como el rector de la Universidad de Friburgo, Martin Heidegger.

Rememoro este triste pasaje de la historia de la humanidad porque, desafortunadamente, veo en nuestro país un ambiente parecido de linchamiento, muy extendido en las redes sociales. Cambie usted la palabra alemán por mexicano y podrá observar cómo una cierta forma de calificar a los adversarios es la misma: quienes se atreven a disentir son antimexicanos, traidores, decadentes liberales, intelectuales desconocedores del verdadero espíritu de la patria, de sus tradiciones, etcétera. Y ese odio persecutorio se ve alimentado por las señales que vienen desde arriba: se persigue a los críticos del gobierno, se les quiere enviar a un exilio interno, se les presenta como ignorantes de los sentimientos nacionales, expresados por el partido y sus dirigentes. Claro, no estamos en la Alemania nazi ni mucho menos, pero, la historia sirve para algo: ¿cuántas señales necesitamos para recapacitar sobre el rumbo de odio, intolerancia, hostigamiento y persecución que hemos emprendido en México? ¿Exagero?

Roberto Blancarte - 28 de junio 2024

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