EL FAMOSO “SEGUNDO PISO” DE LA 4T: ¿CONTINUIDAD O CAMBIO? 

En teoría, el gobierno sexenal encabezado por Claudia Sheinbaum será una continuación del proyecto de la 4T. Sin embargo, continuidad no significa necesariamente similitud. Los gobiernos surgidos de la Revolución Mexicana se manifestaron todos también como una parte de un mismo régimen. Y sin embargo no fueron iguales. Cambiaron porque las circunstancias políticas eran distintas, se transformaban con el tiempo y el contexto mundial, regional y nacional. Cambiaron porque el presidencialismo implica una enorme concentración del poder, que termina por incidir en lo que se llegó a llamar “el estilo personal de gobernar”. Cambiaron porque hasta cierto punto es inevitable el desplazamiento de las burocracias o élites gobernantes, así como las diferencias de perspectivas entre los que salen y quieren seguir gobernando y los que entran y quieren gobernar por sí mismos. 

Si revisamos la historia política de México en el último siglo, no hay verdad más evidente. Venustiano Carranza, una vez asentado en el poder, quiso dejar a un allegado incondicional, por encima de Álvaro Obregón. El resultado fue desastroso, mortal para el presidente en turno. Obregón impulsó a Plutarco Elías Calles como su sucesor, pero luego quiso regresar y fue asesinado, supuestamente por un complot de católicos radicales, en medio de la guerra cristera. Los tres presidentes que le siguieron (Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio y Abelardo Rodríguez) no tuvieron tiempo ni fuerza para consolidarse. De allí que se hablara del Maximato, pero las circunstancias de ese momento eran muy distintas; el régimen revolucionario apenas se estaba consolidando en medio de múltiples asonadas y levantamientos de todo tipo. El gran logro de Plutarco Elías Calles no fue el Maximato, sino la creación del Partido Nacional Revolucionario. Lázaro Cárdenas tardó dos años en deshacerse de Calles; lo sacó de su casa en piyama y lo mandó a California. Inauguró así una manera pacífica de solventar el problema del poder en la sucesión. No le fue fácil, porque en esa época los comandantes militares y gobernadores tenían mucho más poder que ahora. El libro de Alicia Hernández Chávez, La mecánica cardenista (Número 16 de la Historia de la Revolución Mexicana 1934-1940, editado por El Colegio de México, es una explicación magistral de cómo Lázaro Cárdenas maniobró para desarmar el entramado de poder establecido por Calles.

Otro ejemplo fue la política anticlerical del sonorense, que Cárdenas deshizo para ganar otros asideros políticos. La guerra mundial hizo que su sucesor, Manuel Ávila Camacho, convocara a una reconciliación de todos los bandos, pero bajo su jefatura. Los siguientes presidentes establecieron de la misma manera sus propias directrices políticas, en muchas ocasiones muy distintas a las del previo sexenio. Luego hay que recordar cómo Echeverría y López Portillo utilizaron las embajadas para enviar al exilio a sus antecesores. Y ni hablar del muy temprano conflicto entre Zedillo y Salinas, que culminó con otro exilio y un hermano del expresidente en la cárcel. Todos estos gobiernos se presentaban como de continuidad; ninguno de ruptura con el régimen establecido. Y, sin embargo, prácticamente todos terminaron con el antecesor en el exilio exterior o interior. Es la ley de la concentración del poder cuasi absoluto como es el presidencial en México. ¿Tendríamos motivos para pensar que será distinto en el caso de la presidenta Claudia Sheinbaum? No lo creo. Tarde o temprano y probablemente más temprano que tarde, ella terminará por usar el poder que va a heredar. No importa a quién le deba su puesto. Eso, más los millones de votos a su favor, le permitirán hacer lo que le venga en gana. Con mayor razón si AMLO, como parece ser el caso, le deja un Estado totalmente bajo control del Ejecutivo.  

¿Cuál es el programa de Claudia Sheinbaum para los próximos seis años? ¿Qué es lo que realmente piensa hacer la próxima presidenta? Es realmente un misterio, porque como buena populista, se ha dedicado a decirle a cada quien (incluido a AMLO), lo que quiere oír. ¿Será más de lo mismo? Difícilmente. Ninguno de los gobiernos en el siglo pasado ha sido igual al anterior. Si de algo nos sirve la historia es para entender cuáles son las verdaderas constantes del poder. Y en el caso de México, esto no ha cambiado.  

 

Roberto Blancarte - 09 de julio 2024

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