¿QUÉ ESTÁ PASANDO EN EL PAÍS?
Hay momentos en la vida de los países que se puede apreciar el fin de una época o de un ciclo. Éste es uno de ellos. Son esos pasajes de un tipo de hegemonía política a otro. Sucedió por ejemplo al fin de la Segunda Guerra Mundial en Italia, cuando, a la caída del fascismo, se estructuró en ese país una nueva estructura política dominada por la Democracia Cristiana. Italia dejó incluso de ser una monarquía y se convirtió en una república. Durante casi medio siglo, la Democracia Cristiana dominó el panorama político italiano, con la resistencia, que significaba al mismo tiempo apoyo, como lo diría don Jesús Reyes Heroles, del Partido Comunista Italiano (PCI), sobre todo a través del llamado “compromiso histórico”, para avanzar en la renovación del país.
Pero todo eso se descompuso desde inicios de la década de los noventa con el escándalo de mani pulite (manos limpias), también llamado tangentopoli (tangenti son los sobornos clásicos de la corrupción). Los jueces antimafia Giovanni Falcone y Paolo Borselino fueron asesinados entre mayo y julio de 1992. El PCI, disuelto, se dividió en el Partido Democrático de Izquierda (del Olivo) y el de Refundación Comunista. La Democracia se dividió en dos y luego fue desapareciendo. Surgieron nuevos actores políticos, como la Lega del Nord (partido regionalista del norte que quería la separación del Norte de Italia en un nuevo país. Ese partido racista, porque culpaba al Sur de Italia del atraso, luego se volvió nacional en contra de la inmigración africana. Y la gran fuerza que en 1994 surgió de estas cenizas fue el partido de un rico dueño de medios llamado Silvio Berlusconi. Con su partido “Forza Italia” dominó la política italiana durante casi veinte años, hasta que fue condenado por evasión fiscal y prostitución de menores, delito del que luego fue absuelto.
El que conoció el sistema de partidos francés de hace pocas décadas, ahora no lo reconocería. Los partidos socialista de Miterrand o de reunión (rassemblement) por la república de De Gaulle (RPR), ya prácticamente desaparecieron. Macrón entró en política hace doce años y cinco años después ya era Presidente de la República, con un partido nuevo llamado “¡En Marcha!”. Lo interesante de todo este proceso, que podemos ver repetido con sus variantes en otros casos, es el desmoronamiento de un viejo sistema político y el surgimiento de otro, a veces con nuevos actores, pero también en muchas ocasiones con la participación de viejos actores reciclados. Porque los sistemas y partidos políticos pueden fenecer, pero los políticos no se mueren. Algunos se retiran, pero otros se adhieren a las nuevas fórmulas y sobreviven, aunque sea en segundo plano. Son los Bartletts y los Eruvieles, los Ebrards, los Monreales, los Del Mazo, etc, etc.
Así que lo que pasa en México es de alguna manera un proceso similar, que apenas ha empezado. La descomposición de los partidos tradicionales lleva ya algunos años. La del PRI comenzó en el 2000 y se agudizó en 2018, La del PAN se inició en 2012 y se aceleró este 2024. A corto y mediano plazo surgirán nuevos partidos con nuevas propuestas, que no necesariamente van a ser mejores que las anteriores, pero que dejarán satisfechos a los electores momentáneamente. La frivolidad y la superficialidad no estarán ausentes, como ya pudimos ver en el mensaje de aceptación de la candidata de “Movimiento Ciudadano” en Monterrey (la tercera ciudad más importante del país), poniéndose rímel mientras aceptaba su derrota. Basta con ver la trayectoria de Italia, o la de muchos países latinoamericanos, para ver esa deriva, la de Milei siendo la más reciente.
Así que mi pronóstico es que, en los próximos años veremos la práctica extinción de algunos partidos tradicionales y la refundación de otros, con mayor o menor suerte, según su capacidad e inteligencia. Mientras tanto, los electores mexicanos le acaban de dar un cheque en blanco a MORENA, para que haga lo que quiera, sin contrapesos ni resistencias mayores. Es quizás una tradición mexicana, que el Tlatoani tenga todo el poder. Así que esta nueva hegemonía, que se parece mucho a la que tuvo el PRI, igual nos durará unos años. Al parecer, a buena parte de la población mexicana le gusta lo que vio este sexenio.
Roberto Blancarte - 04 de junio 2024