LA 4T NUNCA SE EQUIVOCA
Una de las características principales del gobierno encabezado por López Obrador es que nunca admite una equivocación. Por eso las declaraciones del presidente de la República donde reconoció, a medias, que el programa del Instituto Nacional de Salud para el Bienestar (Insabi), no había funcionado, sorprendieron a muchos. Pero si uno oye con detenimiento las declaraciones de AMLO, la aceptación del error es muy limitada. Él dijo: “Tienes toda la razón, ahí no funcionó lo que teníamos pensado, desde el principio teníamos pensado el IMSS-Bienestar”. “Entonces cometimos… no cometimos… decidimos crear el Insabi, pero las inercias llevaban a que al final hiciéramos lo mismo, entregarle los fondos a los estados”. En suma, a pesar de la enorme evidencia, la admisión del error es parcial y limitada. En realidad, dice el presidente, ya desde un principio tenían pensado hacer lo que finalmente se hizo (y que tampoco resolvió mucho las cosas), pero la culpa fue haber seguido el esquema anterior, es decir entregar los fondos a los estados. Todo esto, podría ser puramente anecdótico, si no fuera por el sufrimiento causado a millones de personas que perdieron, al eliminarse el seguro popular, la posibilidad de ser atendidos por el sistema público de salud. Pero, para el presidente, lo más importante es no admitir completamente, ni siquiera en este caso, el haber cometido un error grave en su gestión gubernamental.
El tema, sin embargo, va más allá y es mucho más complejo. En realidad, esa incapacidad o falta de voluntad en admitir sus errores se ha traducido en impunidad generalizada, por lo menos a nivel político. Doy dos ejemplos. Segalmex, un enorme fraude a la nación, con montos de alrededor de 9500 millones de pesos. Sí hubo más de ochenta personas acusadas, entre las cuales una cuarentena de servidores públicos, pero a su director no se le fincaron responsabilidades y el propio presidente dijo que éste se había confiado y había cometido el error de trabajar con personas corruptas. O sea, básicamente lo exoneró. Mi punto aquí es que, si bien se acusa en principio a los corruptos, la responsabilidad política queda salvada. La 4T en el fondo nunca se equivoca. Segundo ejemplo: el desplome de la línea 12, con saldo de 27 personas muertas y 80 heridas, sin contar con los daños ocasionados por la interrupción, durante años, de dicho transporte para los habitantes de dicha zona. Aunque se fincaron algunas responsabilidades y el propio grupo constructor (Carso) aceptó hacer todas las reparaciones y restructuraciones necesarias, sin costo para el erario, no hubo ningún costo político. Ni siquiera la directora del metro tuvo que renunciar inmediatamente, sino que lo hizo casi dos meses después del siniestro. La 4T nunca se equivoca, o si lo hace, no tiene costos políticos.
Uno podría agregar muchos otros ejemplos, desde la destrucción de la selva provocada por el Tren Maya, hasta los muertos del huracán Otis y habrá quien dirá que siempre fue así, pero lo cierto es que no es así. En el pasado, si un político cometía un error, este tenía consecuencias y por la misma razón los políticos en el poder estaban más atentos a sus posibles fallas. Lo que sucedió con la 4T es que se construyó un discurso donde todas las culpas, incluyendo las actuales, se atribuyeron al pasado. Por lo tanto, no era lógico buscar responsables en las administraciones actuales. Y cuando sucedía que algunos funcionarios del pasado eran posibles responsables de las tragedias actuales, pero esos funcionarios ya se habían alineado con el gobierno actual, tampoco se les fincaban responsabilidades políticas. Los errores no tenían costo, Los errores no existían.
Uno de los resultados de la no admisión de responsabilidades es la soberbia política. Por eso, no es de extrañar que casi nunca el presidente se acercó a las zonas de desastre. Era casi admitir que algo se había hecho mal, desde no alertar a la población, hasta no haber hecho lo necesario para evitar las tragedias. Queda la duda de si esa soberbia política permanecerá. No se si sea sostenible. Aunque la verdad, dicha postura también descansa en la enorme capacidad del pueblo mexicano para aguantar, con resignación, los estragos de la irresponsabilidad política.
Roberto Blancarte - 19 de junio 2024