¿TRAIDORES? CABEZA FRÍA, PRESIDENTA 

Me parece que hasta ahora, la presidenta Claudia Sheinbaum ha logrado capotear con inteligencia la tormenta que se cierne sobre México con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca: “cabeza fría”, como ella misma ha pregonado, acompañada de medidas preventivas para evitar un caos en la frontera Norte del país y otras declaraciones y medidas que muestran por un lado el comprensible pánico ante lo que se puede venir, así como astucia para enfrentar la incertidumbre. 

Sin embargo, en todo este posicionamiento, la encomiable cabeza fría de la presidenta viene esporádicamente acompañada por posturas muy ideológicas que, para mi gusto, desaprovechan una enorme oportunidad para lograr una necesaria y hasta políticamente útil unidad nacional, ante las amenazas de desestabilización provenientes del gobierno estadounidense. Pero en lugar de llamar “con cabeza fría” a la oposición y a todos los sectores sociales del país a unirse en esta batalla, que sin duda será larga y complicada, la presidenta se lanza a calificar de traidores a todos los que se niegan a cerrar filas con el gobierno. Ella dijo, por ejemplo: “El tema central aquí en todo caso, en algunos personajes de la oposición, es celebrar que hubiera una intervención, eso sí es traición a la patria”. Sinceramente, no estoy seguro que no cerrar filas con el gobierno signifique que están celebrando una posible intervención. La ex Senadora Lilly Téllez (por cierto, por gracia y obra de López Obrador y Morena), dijo: “Jamás cerraré filas ni me uniré con la presidente que vendió la soberanía de México a los cárteles. Para Sheinbaum, Morena es primero. Para mí la patria es primero”. Bueno, debo decir que Lilly Téllez no es santa de mi devoción, ni mucho menos, pero creo que tiene derecho a no cerrar filas con este gobierno y eso no la convierte en traidora. La misma acusación se le dirige al dirigente del PRI, Alejandro Moreno, quien desde su cargo consideró que era mejor mantenerse en la oposición. 

La presidenta (voy a mantener la “a”, a pesar de que lo correcto en español es con “e”, pero para estar de acuerdo con mis amigas feministas que lo que no se nombra no existe) Sheinbaum arremete además acudiendo a un ejemplo histórico; el del general conservador Miguel Miramón: “Cualquier mexicano que celebre una intervención de cualquier tipo, de un país extranjero... pues es Miramón, son los que fueron a buscar a Maximiliano para que viniera a gobernar México o que aplaudieron la intervención francesa.” Mal ejemplo, para empezar, pues Miramón fue casi un niño héroe, ya que a los 14 años estuvo en la defensa del Castillo de Chapultepec en 1847 ante la invasión estadounidense, fue a esa edad prisionero de guerra seis meses y liberado tras la firma del Tratado de Guadalupe. Luego, cito a Wikipedia, (seguramente escrita por un conservador): “Nunca participó en las negociaciones que finalmente culminaron en el ofrecimiento de la corona de México a Maximiliano de Habsburgo en 1863. Regresó finalmente en 1867 tras la salida de los franceses para ponerse al servicio de Maximiliano.” Y sí, lo digo desde mi republicanismo juarista, en efecto, Miramón era un conservador, pero también fue un defensor de la patria, a la que él simple y sencillamente veía distinta respecto a los liberales. El tema es ciertamente muy complejo, pero los que trajeron a Maximiliano no eran necesariamente “traidores” a la patria. Tenían ciertamente un ideal de país que no era liberal, y ciertamente preferían una potencia monárquica europea a la alianza de estos con el gobierno de los Estados Unidos, de la cual siempre desconfiaron. ¿Los convertía su postura en traidores a la patria? Francamente no lo creo, como me parece Benito Juárez tampoco lo consideró así, pues una vez que él regresó triunfador a la capital, lo primero que hizo fue llamar a la paz y la unidad nacional. No decretó persecuciones ni inflamó los espíritus. Llegó a gobernar, por así decirlo, después de varios años de guerra, “con la cabeza fría”. 

No pretendo aquí acabar con una disputa historiográfica de larga data y quizás interminable, pero sí me parece que hacer una caricatura de la historia y calificar de traidores a todos los que no se alinean con determinadas posturas políticas, no es lo más ecuánime ni políticamente sensato, en momentos que sí necesitamos unidad nacional. Quizás esto es imposible para la 4T, porque la esencia del populismo es dividir al mundo en dos, y en este caso, quienes tengan alguna reticencia para apoyar las posturas del actual gobierno, serán señalados como traidores, con suma ligereza y facilidad. El odium plebis es fácil de agitar. Pero, permítanme recordar que, después de su arranque ideológico, la presidenta también señaló algo más sensato y democrático. Dijo: “Ahora, cualquier mexicano o mexicana tiene derecho a pensar cómo quiera pensar, ¿quién los evalúa?, el pueblo de México”. Bueno, hagámosle caso y mantengamos la cabeza fría ante lo que se nos viene. 

Roberto Blancarte - 29 de enero de 2025 

 

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