EL ELEFANTE EN LA SALA
Como es comprensible, hay muchas explicaciones ofrecidas acerca del comportamiento de Donald Trump en general, y en particular hacia México. Desde los que los clasifican como un loco o un payaso, hasta los que lo consideran un maestro de la negociación. Algunos, desde una perspectiva más orientada a los intereses de clase, señalan que la estrategia del hoy presidente de los Estados Unidos es un de distracción sobre los designios reales de la oligarquía, centrados en la disminución de impuestos y el otorgamiento de privilegios a unos cuantos, mientras que se desmantela lo que queda del frágil Estado de bienestar, eliminando todo tipo de ayudas a los más desfavorecidos. Otros, piensan que la estrategia arancelaria de Trump es genuina y que, si bien equivocada, le podría rendir algunos frutos a su país o, aunque inútil e innecesaria, constituye una herramienta para lograr otros objetivos políticos como, por ejemplo, lograr que nuestro país estacione diez mil miembros de la Guardia nacional en la frontera Norte, disuadiendo así el flujo de migrantes y eventualmente de fentanilo. Sea como fuere, el caso es que la gran mayoría de la información y los comentarios se han centrado en el tema de las tarifas, pues esa parecía la amenaza mayor. Sigue siendo, de hecho, el centro de la atención, en la medida que la amenaza sólo se pausó por un mes y nadie sabe a ciencia cierta lo que sucederá dentro de tres semanas, aunque comportamientos anteriores nos pueden permitir predecir que la pausa permanecerá, como una permanente espada de Damocles sobre el gobierno mexicano.
Pero si esa espada en efecto existe, hay otra que considero todavía más amenazante, sobre todo para nuestros gobernantes, y de la cual se ha hablado poco, porque no se quiere ni mencionar, aunque allí está, como un enorme elefante en medio de la sala. Se trata de la amenaza, ni siquiera velada, sino muy claramente expresada por la Casa Blanca, que los cárteles de la droga, recientemente clasificados como terroristas, están aliados al gobierno de México. Literalmente, el insólito comunicado del gobierno de los Estados Unidos señala, a propósito de las supuestas razones por las que los mencionados aranceles se impondrían: “Adicionalmente, las organizaciones mexicanas traficantes de drogas tienen una alianza intolerable con el gobierno de México. El gobierno de México ha dado refugio seguro a los cárteles que se dedican a la manufactura y transporte de narcóticos peligrosos, que en conjunto han conducido a las muertes por sobredosis de cientos de miles de víctimas estadounidenses. Esta alianza pone en peligro la seguridad nacional de los Estados Unidos y debemos erradicar la influencia de estos peligrosos cárteles.”
Lo anterior significa entonces, más allá de las tarifas o aranceles que en teoría se buscan imponer, que el gobierno encabezado por Trump está convencido, y tiene por lo menos algunos indicios o pruebas, de que en efecto hay o ha habido una alianza de facto entre sectores del gobierno mexicano y algunos cárteles de narcotraficantes. ¿De dónde saca esta información dicho gobierno? Pues nada más hay que recordar que en nuestro país soberano hay múltiples agencias estadounidenses, siendo la DEA sólo la más conocida. Información de este tipo ha circulado por lo demás ampliamente en México. Para muestra el libro de Anabel Hernández, La historia secreta; AMLO y el Cártel de Sinaloa, o el artículo del New York Times del 22 de febrero del año pasado que relataba las indagaciones que había hecho el gobierno de Biden sobre los supuestos nexos de los cárteles de la droga con el entonces presidente de México.
Claro, como debe de ser, nuestro gobierno negó contundentemente tales alegatos. La presidenta Sheinbaum, previsiblemente, los calificó como calumnias, al mismo tiempo que rechazaba cualquier intento de injerencia en nuestros asuntos internos. Y ya después los dos mandatarios platicaron amigablemente para resolver el peligro inminente, que era el de los aranceles. Nuestro país se comprometió así a enviar los diez mil miembros de la Guardia nacional a la frontera, para darle gusto a Trump aunque sea descuidando la seguridad en otros lados. Comprensible, dados los costos posibles por la imposición de tarifas a productos hechos en México. Pero la otra amenaza, el elefante en la sala, sigue ahí presente, con nuestros gobernantes esperando que no se mueva.
Roberto Blancarte - 7 de febrero 2024