SI EL CÓNCLAVE FUESE HOY
La enfermedad del papa Francisco ha despertado, justificadamente, la curiosidad de muchos periodistas y público en general, sobre lo qué sucedería si el Pontífice Máximo renunciara o, peor aún, falleciera. Las interrogantes se dirigen a los procedimientos, pero sobre todo a los posibles candidatos para sucederlo. La clave, como se sabe, radica principalmente en el Colegio de Cardenales, esa entidad a la que pocos hacen caso, salvo cuando le corresponde su tarea principal o más famosa, que es la de elegir al nuevo papa. Pero, en principio, los cardenales son consejeros del Pontífice, cuando son convocados a consistorios ordinarios o extraordinarios. Ellos están nombrados en tres órdenes, el episcopal, el presbiteral y el diaconal, reflejando así la idea de que todos forman parte de la estructura eclesial del Obispo de Roma.
Ahora bien, una vez reunidos, entre quince y veinte días después del fallecimiento del papa, los cardenales proceden a escuchar en congregaciones generales a dos prédicas que deben orientarles en sus decisiones. También es la oportunidad para algunos de ellos de expresarse y de ser notados por quienes no los conocen. Se supone que los cardenales pueden elegir a cualquier persona, siempre y cuando sea por lo menos presbítero (sacerdote), lo cual deja fuera, de entrada, a todas las mujeres, porque todavía no pueden acceder al sacerdocio y de paso también a los laicos hombres que no han sido ordenados. En la práctica, desde hace siglos los cardenales eligen a uno de ellos, lo cual deja el número de posibles elegidos en 120, el cual, según lo establecido por la Constitución apostólica Universi Dominici gregis, es el máximo posible de electores, menores de 80 años. Sin embargo, no queda claro qué sucedería si el papa fallece en estos días, porque actualmente el número de posibles electores es de 138. ¿Se respetará lo establecido en la citada Constitución? ¿Se eliminan a los 18 electores recién nombrados, a los más jóvenes o a los más viejos?
En todo caso, los cardenales son los candidatos, pero el Colegio es muy diverso. El más viejo de los posibles electores en este momento es el español Fernando Vérgez Alzaga. Este sábado 1 de marzo dejará de serlo (a menos que antes fallezca el papa), pues cumple 80 años de edad. En este 2025 otros doce cardenales dejarían también de ser electores. El más joven elector en el Colegio es el cardenal Mykola Bychok, de Australia, quien sólo tiene 45 años.
Por área geográfica, que siempre cuenta de alguna manera, entre los electores hay 54 europeos (entre los cuales 17 italianos y 6 españoles), 16 de América del Norte (incluyendo a 10 estadounidenses, 4 canadienses y dos de México, los cardenales arzobispos de Ciudad de México y Guadalajara), 4 de América Central, 18 de América del Sur (7 de ellos brasileños), 18 de África, 24 de Asia y 4 de Oceanía. No significa esto que los cardenales de un mismo país voten todos al unísono, pues siempre hay divisiones ideológicas y doctrinales.
Existen además otro tipo de divisiones. Hay quienes han hecho una carrera en la Secretaría de Estado y su servicio diplomático, mientras que otros han llevado más bien una carrera como pastores de sus Iglesias, hay sacerdotes seculares, pero también miembros de diversas congregaciones: jesuitas, franciscanos capuchinos, salesianos, dominicos, misioneros de San Carlos, etcétera.
En suma, el Colegio de Cardenales es una institución muy compleja y diversa, a pesar de su aparente uniformidad. No todos piensan los mismo, no todos tienen la misma trayectoria y no todos tienen las mismas orientaciones doctrinales o pastorales. Si el cónclave fuese hoy, la decisión es compleja, aunque ya haya, como siempre, candidatos (que próximamente analizaremos). Pero bien dicen en el Vaticano, que quien entra al cónclave como papa, sale como cardenal.
Roberto Blancarte - 04 de marzo 2025